Si Salamanca es uno de los destinos que ningún español debe perderse de visitar al menos una vez, varios de sus pueblos con más historia aguardan pacientemente por las visitas de quienes ya han hecho los recorridos típicos y tienen la sabiduría necesaria para dejarse llevar por sus encantos.
Entre ellos, el día de hoy queremos detenernos específicamente en Candelario, uno de esos lugares que para quienes los han conocido forman parte de muchos de los mejores álbumes de toda la vida. Sin dudas, éste es uno de los sitios en los que debes pasar al menos un fin de semana libre.
Son tantos los atractivos que el viajero descubrirá allí, que en este artículo vamos a centrarnos únicamente en un puñado de ellos, los imprescindibles, dejando que el recién llegado pueda sorprenderse con otros igual o incluso más interesantes, según los gustos de cada uno.
¿Qué ver en Candelario?
El Conjunto Histórico Artístico
Como muchas de las antiguas localidades del país, el Conjunto Histórico Artístico de Candelario es probablemente la principal demanda de quien se desplaza hasta allí, un casco urbano que destaca como uno de los más fotografiables de toda Castilla y León, con ese indudable espíritu local.
Entre sus calles sobresalen los perfiles con canalillos, por los que el agua fresca de la Sierra corre, conocidos por quienes viven allí como regaderas, la solución que los viejos habitantes habían encontrado para abastecer al pueblo de agua y así limpiar la sangre de la matanza animal.
El entorno natural
Por supuesto, el entorno natural que surge constantemente rodeando a este poblado, no dejará de llamar la atención de quien lo esté haciendo a pie por primera vez, y una buena muestra de ello es que varias producciones audiovisuales se realizaron en la zona, aprovechando los ambientes únicos que distinguen a Candelario, y hacen inevitable la escapada.
Las puertas de Candelario
Cuando hablamos de tecnología aquí nos referimos sobre todo a las puertas o batipuertas regionales. Se las denominaba así porque habían sido diseñadas para impedir que entrara la nieve del crudo invierno, evitando asimismo que el frío ingresase a las viviendas con sus muros de piedra.
Estas puertas aún pueden observarse en algunas de las construcciones, y uno comprueba el ingenio de las generaciones pasadas al desarrollar una solución que permitía convivir con el ganado, manteniendo la casa ventilada, pero asegurándose de que nadie accediera ni saliera.
Y la gastronomía, evidentemente
Casi no hace falta aclarar que la tradición de Candelario en torno a la chacinería es total, al punto de que esta actividad representa buena parte de la industria zonal y, por eso, la gastronomía es algo que no puede pasar desapercibido cuando entramos al museo dedicado a estos alimentos y quienes los produjeron a lo largo del tiempo, como al sentarnos en algunos de sus recintos gastronómicos.
Evidentemente, ésta es tierra de embutidos por excelencia, pero todos los integrantes de la familia hallarán opciones culinarias que mimen tanto su paladar como han sido mimados sus ojos.