
Todos los edificios contienen radón en concentraciones habitualmente bajas. No obstante, existen zonas geográficas -como es el caso de Candelario- en las que, debido a su geología, es más probable encontrar edificios con niveles elevados.
La cartografía del potencial de radón en España, desarrollada por el Consejo de Seguridad Nuclear, categoriza las zonas del territorio estatal en función de sus niveles de radón y, en particular, identifica aquellas en las que un porcentaje significativo de los edificios residenciales presenta concentraciones superiores a 300 Bq/m3.
Por ello es de especial interés que la Junta de Castilla y León, a través de su Dirección General de Salud Pública, ha iniciado los trabajos para la realización, a lo largo de 2021, 2022 y 2023, de un mapa descriptivo de los niveles de gas radón en la Comunidad y evaluar la potencial exposición a este elemento químico.
El objetivo es establecer un sistema de vigilancia y seguimiento que permita, por un lado, determinar su presencia territorial y, desde esa información, reducir el potencial riesgo poblacional ante su exposición, ya que las medidas a adoptar para protegerse son sencillas.
El gas radón es un elemento químico vinculado a la degradación radioactiva del uranio y está presente de forma natural en suelos y rocas; su concentración -y por tanto el riesgo para la salud- ocurre en el interior de lugares cerrados, en donde se acumula filtrándose especialmente desde las formaciones geológicas situadas bajo las edificaciones, a través de grietas o huecos en paredes, juntas, desagües, conducciones,etc.
La Organización Mundial de la Salud lo considera carcinógeno humano, únicamente por detrás del tabaco en cuanto a tumores de vías respiratorias, de manera que el riesgo de cáncer de pulmón aumenta proporcionalmente según haya sido el nivel de exposición al radón, interaccionando más aún en personas fumadoras o ex fumadoras.